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BANDO REPUBLICANO:
Peseta
republicana respaldada
por el banco de Bilbao
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La situación económica de la
República al comenzar la guerra no era del todo idónea. Con los nuevos estatutos
de autonomía aprobados para Cataluña y el País Vasco, se limitaba en
cierto modo la autoridad republicana en materia económica, cosa que iría a
peor con el desarrollo del conflicto. Simultáneamente existieron dos Bancos
de España, de carácter privado, que emitieron moneda propia. En el caso
republicano esta entidad se convirtió en el principal soporte para financiar la
guerra, vendiendo sus reservas, principalmente a la Unión Soviética a
cambio de armas (esta venta se conoce popularmente como el Oro de
Moscú). La peseta republicana sufrió continuas devaluaciones, que provocó en
1939 la casi total pérdida de valor. A esto habría que sumarle la inflación
galopante de la economía del Frente Popular. La situación era tan caótica que
Cataluña e incluso varios ayuntamientos emitieron su propia moneda. La
revolución que estalló en los primeros días de la guerra en el bando
gubernamental afectó mucho a la economía. Por ejemplo se puede citar la gran
problemática que existió en la recaudación de impuestos a las empresas. Varios
impuestos como el de Contribución Territorial o el de Contribución de
Utilidades dejaron de recaudarse desde el comienzo del conflicto. Pero donde
más se notó la revolución, además de Cataluña, fue en el campo aragonés.
Aquí se produjeron numerosas colectivizaciones de tierras y
herramientas. Finalmente el experimento resultó un fracaso para la
economía frente populista, produciéndose una gran bajada de la producción.(
iniciativa acogida por la mayoría de las fuerzas obreras, salvo por el partido
comunista) . Por último la convulsa situación social republicana, agravada
por la revolución, hizo inviable las finanzas gubernamentales, fracasando
una tras otra todas las medidas que se pusieron en marcha para sanear sus
cuentas. El resultado final de este proceso de descomposición económica
fue el colapso final del régimen en marzo de 1939.
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BANDO NACIONAL:
Peseta nacional de 1937
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La situación económica del
bando nacional era muy diferente a la republicana. Los partidarios de Franco
encontraron sin mucha dificultad numerosos créditos que ayudaron a
financiar la guerra (entre ellos destaca Juan March, que poseía muchos contactos
en bancos británicos, suizos e italianos). Así mismo, los rebeldes tuvieron la
ayuda militar de Italia, Alemania y en menor medida de Portugal. La
más decisiva fue la italiana por sus facilidades de pago, ya que el préstamo
del régimen fascista de Mussolini se alargó mucho en el tiempo, lo que provocó
una reducción considerable de la deuda, debido a la devaluación que sufrió la
lira italiana con el final de la guerra mundial. Hablando ahora del Banco
de España, el bando franquista reunió en Burgos a todas las subsedes que
cayeron en su poder para obtener capital nacional y financiar así al Tesoro
Nacional durante la guerra, de esta manera el Banco de España de Burgos se
fue convirtiendo en una institución de peso en el ámbito internacional,
superando en poco tiempo al Banco de España del bando republicano. En la
recaudación de impuestos, el bando rebelde tuvo los mismos problemas que el
bando republicano, debido a la situación de guerra. La única recaudación
que se mantuvo correctamente fue la de los impuestos indirectos. Aunque en
cierto modo la organización en el bando nacional fue mejor, ya que no
tuvieron el problema de la revolución social y económica que sufrió la zona
republicana. En el tema monetario, la actuación nacional fue muy agresiva, ya
que constantemente se atacaba a la peseta republicana para provocar su
hundimiento. Aunque no llegaron a aplicar
grandes medidas económicas reformistas, su éxito se basó en una gestión más
eficaz de los recursos existentes, así como en conseguir una financiación
adecuada con créditos de larga duración. Las medidas que se tomaron fueron
encaminadas en una doble dirección: cancelación de todas las reformas republicanas,
el mejor ejemplo es la devolución a sus propietarios de las tierras repartidas
en la reforma agraria, e intervención del Estado en la economía siguiendo
los principios de la ideología fascista. Así, en 1937, se creó el Servicio
Nacional del Trigo que pasó a controlar el abastecimiento de pan de la
población.
- EVOLUCIÓN ECONÓMICA DESDE
1939 A 1959. LA AUTARQUÍA FRANQUISTA:
En 1939, España era un país
arruinado y la población pasaba mucha hambre. Los años de la
posguerra marcaron una tremenda regresión en el terreno económico, ya
que el hundimiento de la producción industrial (por falta de bienes de
equipo, de materias primas y de energía) produjo que el sector primario,
el agrícola, volviera a superar el 50% de la renta, dando un paso histórico hacia
atrás. La solución que dio el régimen franquista estuvo marcada por el modelo
creado en la Italia mussoliniana y consolidado en la Alemania de Hitler: la
autarquía, una política económica basada en la búsqueda de la
autosuficiencia económica y la intervención del estado, basado en un
rígido control sobre la producción agrícola e industrial, los precios y los
salarios. Por lo que se fijó los precios agrícolas y se obligó a los campesinos
a entregar los excedentes de sus cosechas. Se creó el Instituto Nacional de
Industria (INI) en 1941 para controlar mejor la industria española. Se
estableció un rígido control del comercio exterior y se crearon las cartillas
de racionamiento (claramente insuficientes, suponiendo un aumento acelerado de
la inflación). En un contexto de escasez e intervención estatal, el mercado
negro y la corrupción generalizada se apoderaron de la economía del país. Esta
situación se vio fuertemente agravada por la coyuntura internacional. A la
segunda guerra mundial (1939-1945) le sucedió un período de aislamiento por la
condena internacional del régimen de Franco como aliado del Eje.
países beneficiarios del Plan Marshall. El incipiente desarrollo trajo, sin embargo, una fuerte inflación que propició un fuerte malestar social. La necesidad de reformas estructurales en la economía era evidente. Finalmente, Franco, permitió la entrada en el gobierno en 1957 de un grupo de tecnócratas del Opus Dei (que aunque eran integristas católicos, eran liberales en lo económico). Estos nuevos ministros diseñaron el giro definitivo en la política económica que daba lugar al fin de la autarquía: el Plan de Estabilización de 1959.
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